Escrito por: Victoria Gabaldón
Rumena Bužarovska (Skopje, Macedonia, 1981), profesora universitaria y autora a quien conocimos por la publicación de su libro de relatos Mi marido (Impedimenta, 2023), vuelve con una nueva colección de relatos titulada No voy a ninguna parte (Impedimenta, 2025. Traducción de Krarimir Tasev), y ha pasado algunos días en España para presentar este nuevo libro. Entre los eventos programados, una charla en la librería La Mistral el pasado 27 de marzo en la que pudimos disfrutar del afilado sentido del humor de la autora en una interesantísima conversación en la que exploramos los temas que atraviesan los relatos contenidos en esta nueva obra.
En No voy a ninguna parte, Bužarovska explora las sombras de lo cotidiano, invitando a los lectores a enfrentar las contradicciones y absurdos de la vida moderna. Las historias presentan a personajes como Lydia, quien experimenta celos hacia su mejor amiga a raíz de un jarrón; Vesna, una profesora universitaria que tolera las infidelidades de su marido y la indiferencia de su hijo mientras asiste a un acto de mujeres empoderadas; o Ellie, que regresa a su hogar de infancia con la esperanza de reencontrarse con un antiguo amante. Estas narraciones reflejan la imposibilidad de alcanzar la felicidad tanto para quienes abandonaron su país como para los que se quedaron, ofreciendo un análisis profundo de las complejidades de las relaciones personales y las tensiones cotidianas. Su prosa se caracteriza por su inteligencia, realismo y agudeza, diseccionando las vidas de personajes al límite con maestría literaria que provoca risa, estremecimiento y reflexión simultáneamente.
Estas preguntas y respuestas se extraen de la conversación que mantuvimos, contando con la complicidad de la editora Isabel Márquez, que estuvo al cargo de la traducción simultánea.
¿Cómo surge la idea de este libro de relatos?
Escribí estos relatos entre 2017 y 2018 y salió a finales de 2018, así que hace siete años ya de su primera publicación. ¡El tiempo vuela cuando hay una pandemia de por medio! Un bonito día de primavera, estaba saliendo de casa y todo estaba verde. Mi vecindario está lleno de árboles y de plantas. Vi a unas niñas de unos 12 o 13 años, con buen aspecto, zapatos nuevos, buena ropa. En general, parecían tener una vida buena. Estaban hablando de otra persona de su colegio, y una le contaba a la otra que esa persona se había mudado a Alemania. Entonces, la otra contestó: «¡Qué suerte!», y la otra dijo en inglés: «¡Qué ganas de salir de este sitio de mierda!». Y pensé que era una cosa ridícula que dos chicas que parecían tener una buena vida, que parecían felices, que tenían de todo, estuvieran replicando un poco este relato que se nos ha inculcado de que nuestro país es una mierda y de que la verdadera vida está en otra parte. De que hay que buscarse la vida fuera y normalmente, además, este sitio es Estados Unidos, que como hemos visto no es el caso, o Europa. En general, tiene que ser un sitio occidental. Siento que este relato es bastante paralizante, que los jóvenes no van a invertir en un futuro en su propio país, que se van a ir a otros países no por motivos reales, como la migración económica o la de los refugiados de guerra, sino por una especie de “migración de clase media”, de gente que emigra porque siente que su país no es lo bastante bueno para ellos. Los Balcanes tienen una especie de complejo de inferioridad con respecto a Occidente y hay un equivalente complejo de superioridad en Occidente con respecto a los Balcanes, que proviene de una especie de perspectiva postcolonial. Me interesa explorar esta perspectiva postcolonial a través de las relaciones interpersonales.
Relaciones de pareja, insatisfacción, conflictos de género… A través de tus relatos diseccionas las complejidades y las tensiones en las relaciones sentimentales.
Es un tema que siempre me ha interesado y estoy segura de que lo seguiré explorando en toda mi obra. Me interesan mucho las relaciones de familia, las relaciones de pareja y, en concreto, todas esas cosas que se supone que no tenemos que decir en voz alta para no quedar mal. Por este motivo, mi familia pasa mucho miedo cada vez que voy a sacar un libro —risas—. En particular, me interesa analizar las relaciones heterosexuales porque se caracterizan normalmente por un desequilibrio que, además, está normalizado, que se considera tradicional. Me interesa esta matriz patriarcal que da lugar a tantas estructuras sociales en las que nos movemos, las odio con todas mis fuerzas y, por eso, escribo sobre ellas.
También escribo sobre mujeres que tienen defectos, considero que también debemos tener mujeres “normales” en la literatura, personajes femeninos que no entiendan las cosas, mujeres malas, alcohólicas o infieles.
Escribes relatos con finales muy abiertos, que permiten a las personas que te leen continuar las historias con su imaginación. ¿Es algo que haces de manera premeditada?
Me gustan mucho los finales abiertos porque, en realidad, tú sabes que la historia no acaba, siempre lo sabes. Me inspira Raymond Carver, muchos de sus finales son dolorosamente abiertos; de hecho, tú te lo tienes que imaginar prácticamente todo. Sabes que, en realidad, el personaje tiene una epifanía, que tiene que lidiar con ella y desarrollarla, y esa es la parte que tú te tienes que imaginar.
Pasa mucho cuando hay un final abierto que, en realidad, están sucediendo muchas cosas: tú percibes, como lector, que el personaje se ha dado cuenta de algo, tú te tienes que dar cuenta de eso y eso es con lo que te quedas reflexionando más tarde. Por eso hace falta un descanso entre relato y relato. No debes darte un empacho de relatos cortos y leerte muchos del tirón, como sí puedes hacer con una novela: los relatos cortos necesitan su reposo.
¿Hay algún personaje en No voy a ninguna parte al que tengas un especial cariño?
Hay muchos en este libro. Por ejemplo, la protagonista del relato Zarzamoras, que es una mujer que se aísla durante un tiempo en el campo. Imaginé a una mujer que había sido violada por su antiguo marido, una violación dentro del matrimonio, y que había tenido una hija. Imaginé cómo la sociedad y su propia familia la juzgarían, por ser una víctima de violación y por ser una mala madre, independientemente de lo que ella hiciera. O con la profesora de universidad del relato 8 de marzo. Yo soy profesora de universidad y, aunque me guste beber de vez en cuando, no soy alcohólica —risas—. Mi objetivo en este relato era burlarme del entorno académico, de esta gente que no se sabe muy bien cómo ha llegado allí, que es como si se hubiera caído de otro planeta y no se entiende muy bien qué están haciendo en un contexto académico universitario. Trabajo con gente así. A medida que iba escribiendo, empecé a empatizar con esta mujer y la acabé convirtiendo en la heroína, en cierto modo, de la historia. Esta historia está basada en una historia real, en una celebración en la Embajada de Estados Unidos en la que, bajo la pretensión de una celebración feminista, en realidad se obligaba a las invitadas a actuar, a bailar, a cantar, y ellas no podían negarse.
El humor en tu obra es sutil pero demoledor. ¿Consideras el humor una herramienta de resistencia en la literatura?
Lo considero una herramienta no solo en la literatura, sino en todas partes. Siento que, tradicionalmente, las mujeres han estado excluidas de la comedia, así que cuando más orgullosa me siento es cuando consigo hacer reír a alguien. Me encanta la comedia y me encanta reír. Son dos de mis grandes placeres. También odio las cosas que son excesivamente sentimentales. Mis historias tienen también un elemento importante de crítica social, todas tienen un mensaje detrás y creo que el humor es una buena manera de transmitir ese mensaje, ridiculizando cosas que me parecen de mal gusto o dañinas.
En esta disección que haces de las relaciones de pareja, incluso de la maternidad y de las dinámicas de poder, ¿cómo crees que ha evolucionado el papel de la mujer en la literatura contemporánea?
Me siento muy orgullosa de pertenecer a una generación en la que tantísimas mujeres escriben libros maravillosos. Las mujeres forman el mayor porcentaje de lectores y tiene sentido que seamos las mujeres las que escribamos sobre nuestras experiencias, sobre nuestra forma de ver el mundo. Siento que tanto mi escritura como la de tantas mujeres en nuestra generación es consecuencia de una batalla feminista. No sé cómo será la cosa en España, pero en la antigua Yugoslavia todos los premios grandes importantes siempre iban a parar a los relatos importantes de señores importantes. Por fortuna, eso ha cambiado.

Un jarrón es el detonante para que Lydia estalle de celos por la vida de su mejor amiga. Vesna, una profesora universitaria que tolera las infidelidades de su marido y la indiferencia de su hijo, se encuentra en un acto de mujeres empoderadas en la residencia del embajador estadounidense. Ellie vuelve al hogar de su infancia con la secreta esperanza de reencontrarse con su antiguo amante. Nadie queda a salvo de la inteligente, hiperrealista y punzante prosa de Rumena Bužarovska, que demuestra en su nuevo libro de relatos la imposibilidad de alcanzar la felicidad para aquellos que escaparon de su país, pero también para los que se quedaron. Un atlas emocional que disecciona las vidas de personajes al límite con una maestría literaria que nos hace reír, estremecernos y reflexionar al mismo tiempo.
Rumena Bužarovska, una de las voces más salvajes y originales de la literatura europea contemporánea, nos ofrece un ácido manual de supervivencia para nuestros días: un conjunto de historias oscuras, mordaces y profundamente humanas que diseccionan las complejidades de las relaciones de pareja, los conflictos de género y las tensiones cotidianas con una lucidez implacable y un humor tan afilado como desestabilizador.
Mamagazine, Spain, interview with Victoria Gabaldón, 2.04.2025
https://www.mamagazine.es/rumena-buzarovska-el-arte-de-incomodar/